
La soberbia, el mas mortífero veneno
La soberbia, es un auténtico veneno mortal que puede llegar a frenar por completo todo proceso de crecimiento espiritual; o incluso revertir dicho crecimiento, ciertamente de los 7 pecados capitales es el más peligroso.
Una persona soberbia, las correcciones o los consejos los percibirá como un ataque personal, por lo que se pondrá a la defensiva y el diálogo no será posible, o será muy difícil dependiendo del grado de soberbia de la persona.
En casos en los que la persona es altamente soberbia es posible percatarse que no son capaces de ceder en debates o discusiones manteniendo sus argumentos, aunque estos no sean ciertos; y no importara cuantas razones des para defender tu postura, será en vano, ya que te estará viendo como un contrincante a vencer.
Pueden llegar a contemplar el cometer un error o perder un debate, como una gran humillación, por lo que aunque en una discusión, en su interior, reconociesen que su postura es errada; aun así, la mantendrán evitando reconocer que están en un error.
Entablar diálogo con un soberbio puede llegar a ser un ejercicio muy frustrante, si de pronto alguno de tus argumentos contradice alguno de los suyos, dejara de oírte; en casos en los que la soberbia es muy alta puede incluso a tener estallidos de ira si se sintiese acorralado, en este punto el debate es imposible; la discusión se volverá totalmente unidireccional.
Esta actitud, como es lógico, afecta también en el modo de orar y de hacer vida espiritual, en la oración de un soberbio se darán los mismos signos que durante un debate con otra persona, dándose los mismos fenómenos; por tanto, cuando Dios busque tocar su corazón siempre lo encontrara duro y distante; especialmente cuando busque que su criatura se ceda ante un error, al igual que en un debate cerrara su corazón; en consecuencia, es difícil para un soberbio el sentir dolor por sus malos actos o errores, ya que desde su perspectiva él no ha cometido ni un solo error.
“A unos que se tenían por justos y despreciaban a los demás les dijo esta parábola:
Dos hombres fueron al templo a orar; uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, de pie, hacía en su interior esta oración: Dios mío, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano; yo ayuno dos veces por semana y pago los diezmos de todo lo que poseo. El publicano, por el contrario, se quedó a distancia y no se atrevía ni a levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador.
Os digo que este volvió a su casa justificado, y el otro no. Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.”
Y por esto la soberbia es el más peligroso de los 7 pecados capitales; en un principio tenía pensado dedicar este artículo a que es lo que provoca que una oración no sea atendida por Dios, como una segunda parte al artículo anterior; pero tras un tiempo de bloqueo creativo, me percate de que todo posible escenario en el que Dios, podría no atender una oración; todos y cada uno de dichos escenarios convergían en un solo y único punto, en un único concepto; la soberbia.
Si quieres tener un crecimiento interior el cual no tenga ni obstáculos, ni frenos, la soberbia es algo a combatir; si deseas que tus oraciones sean oídas, necesitas ser humilde, ya que la soberbia es un muro que construyes tu mismo y que impide la comunicación ya sea con Dios o con un semejante; ser soberbio nunca es una ventaja, de hecho a nadie le gusta tener que lidiar con una persona con este veneno interior; Aunque hagas largas jornadas de oración, de nada servirán si eres soberbio porque una oración es un diálogo, si no estás dispuesto a escuchar, si te crees tan perfecto, que necesariamente tiene que ser el otro el que siempre tiene que ceder, no serán oídas.
Sin más, como conclusión, animaos a ser humildes, ser humilde no es humillarse, ni aceptar afrentas contra tu persona, es ser consciente de que puedes cometer errores, tomar conclusiones erradas acerca de algún tema en concreto; nadie en este mundo es perfecto; conócete a ti mismo, si te conoces a ti mismo verás tus defectos, tus fallos; entonces podrás crecer, porque se deja de crecer en el momento en el que se es soberbio; porque cuando tu ego se crece, dejas de tener una imagen realista de ti mismo, y, por tanto, tu capacidad de aprender y crecer es cercenada; no te harás bien alguno.